jueves, 25 de diciembre de 2014

“Qué poco me gusta la Navidad”


Oía esta frase en la radio ayer por la mañana y me hizo pensar durante un buen rato. Estaban hablando de un centro de indigentes en la capital y de cómo pasarían estas fechas. También es habitual oír esta o alguna similar en las conversaciones de estos días. Supongo que no a todos nos tiene que gustar. Pero tal vez lo que sucede es que la frase no expresa bien del todo lo que se quiere expresar. Nadie dice expresiones del tipo: “No me gusta que Dios se haya hecho hombre”, o “Que Dios se haya encarnado”, o “Que haya nacido un niño al que llamaron Jesús”…  No estamos hablando de lo mismo.

Lo que no nos gustan no son las Navidades, son otras cosas. Por ejemplo, que todos echamos de menos a un familiar que ya no está con nosotros. Y a otro le echamos de más… Además, a ver si por echar de menos a los que no están, nos olvidamos de los que todavía están…

Lo que no nos gusta no son las Navidades, sino que seguimos teniendo problemas y nos cuesta ser felices, que estamos solos, que hemos puesto el corazón en personas que nos ha fallado. O peor aún, en cosas.

Qué poco nos gustan las Navidades cuando las familias se han roto, cuando ha habido violencia, gritos e insultos; cuando hay gente que se cree superior a los demás; cuando una torpe e inadecuada palabra, nuestro orgullo y nuestra soberbia, hacen que no pidamos perdón, alejando así más a las personas; cuando las mentiras, las envidias y el egoísmo han entrado en nuestras casas… Qué poco nos gusta la Navidad cuando nos encontramos con lo contrario a ella, en vez de fomentar lo que verdaderamente es.

No nos gustan tanto las Navidades si no hay niños pequeños en nuestras casas, contagiándonos de su energía, de su ilusión, de su alegría…

Mucha gente que se dedica a felicitar la Navidad, ¿sabe lo que esto significa verdaderamente? Tampoco es muy lógico el laicista mensaje Felices Fiestas. Sin Navidad, ni hay fiesta ni hay auténtica felicidad.

Para mí las Navidades ya no volverán a ser como cuando de niño iba a casa de mis abuelos, con ellos, mis tíos, mis primos, mis padres y mis hermanos. Pero hoy en día tengo que hacer que sean especiales para mis sobrinas y mi madre.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Felicitar la Navidad


 
Ahora, aprovechando las maravillas de las nuevas tecnologías, podemos felicitar la Navidad al momento. Si queremos hacerlo, no se tarda nada en escribir dos palabras y en enviarlas por WhatsApp. Y por si esto fuera poco, además, el cambio al color azul, nos informa de que la persona lo ha recibido. También hay dibujos que imitan las postales tradicionales. Algunas felicitaciones se envían por correo electrónico. Las hay que se mueven, que tienen música, que tienen humor…

La postal “tradicional” está en desuso. Hay que comprarla, pensar bien el texto que quieres escribir, escribirlo, escribir la dirección en la parte delantera del sobre, escribir la dirección del remitente en la parte posterior, comprar el sello, ponerlo en la parte superior del sobre encima de la dirección, ir hasta correos o un buzón y mandarla. Aunque el proceso es más largo, merece la pena. De alguna manera, estás demostrando, aunque no haga falta, que te tomas un rato por esa persona, que te importa ese tiempo, ese esfuerzo, ese dinero… esa persona…

El año pasado los alumnos de 1º de Bach de Medina de Rioseco del IES Campos y Torozos, mandamos unas cuantas postales para felicitar a los compañeros de otros institutos. Este año lo hemos hecho también desde el IES Santo Tomás de Aquino, de Íscar. Esta puede ser una actividad que nos ayude a unirnos entre nosotros, colegios e institutos, públicos con concertados, la ciudad con la provincia… y proclamando además algo tan hermoso como feliz Navidad.

Decir feliz Navidad es reconocer que confías en el poder de la debilidad de un niño recién nacido. Es anunciar que todavía podemos esperar que el mundo sea un poco mejor y más justo. Que todo tiene un sentido que estamos buscando. Que ninguna lágrima quedará sin ser enjuagada y todo dolor se tornará en alegría.

Significa que si Dios se ha hecho hombre nosotros tenemos que ser mejores hombres, mejores personas. Si Dios se ha hecho hombre, está con nosotros, entre nosotros, no es un ser ajeno, lejano y extraño.

Que digamos feliz Navidad, a la cara, por correo electrónico o por WhatsApp, que lo importante es que lo digamos a cuantas más personas mejor. Y si nos animamos a escribir alguna y mandarla por correo, pues bien también. Porque hay tradiciones que deberíamos de mantener.